La obra del artista Jorge Mendoza "Mendosimo"
A principios de los años sesenta aparece en los escenarios de Río Piedras, Puerto Rico, esta figura quijotesca que voltea su perfil enjuto hacia el pasado renacentista, pero que asienta su mirada hermenéutica hacia el Barroco, escudriñando y rastreando por las cosmogonías ocultas, antiguas y medievales que le concretizan una de fragmentos, de lo efímero y de lo inconcluso. Jorge Mendoza, un maestro, un gurú, un filósofo, un artista transdisciplinario que va más allá de la unívoca disciplina, y que desde su concepción apriori de la congruencia monádica hasta las trivialidades que corroen la substanciabilidad del ente, lo llevan a la desesperación existencial o a la transgresión de los parámetros del ser y su ontología de la nada.
De ahí que en los años sesenta, es cuando esta figura se reencuentra con aquellos amigos que desde su asunción posteriori de la llamada convivencia lo encaminan hacia lo creativo, y a ese sino colectivo que le llamamos arte. Tan es así que en 1963 participa de su primera exposición con el maestro Domingo García en la Galería Campeche, compartiendo con otros jóvenes como él que comenzaban a descollar con su obra pictórica en la Isla. Ya para los finales de los años sesenta comienza su quehacer transdisciplinario, conociendo al gran maestro de la vanguardia, la bohemia y la camaradería, Roberto Alberty, “El Boquio”, quien siguiendo esa filosofía de vida, arte y palabra lo va guiando al desarrollo de lo que podemos llamar la poiesis de Mendoza: filosofía, gnoseología, pictórica y didáctica.
Es en este modo que este vate transdisciplinario pasa a Nueva York en 1966, donde se reúne con diversos artistas y donde se conecta con otro de los grandes vanguardista del arte puertorriqueño, Domingo López. Allí su obra toma madurez, desarrollo y entendimiento, expresando su élan angélico en las artes plásticas, musicales, visuales o pictóricas.
En los años setenta regresa a Puerto Rico y participa de varias expresiones del arte, como el cine, la poesía, la música y las artes plásticas, fundando con otros colegas los Talleres de Serigrafía El Quinqué y El Guabá en Blondet, Río Piedras. En esos años despierta su inclinación por la escultura, convirtiéndose en uno de los creadores más insólitos de esta expresión que surge de una magia y exégesis que sólo él conoce, actúa y elabora.
De esta parte que la obra de Jorge Mendoza comienza a proyectarse desde diversas perspectivas, ideologías, teorías, análisis y performancias, demostrando una obra en grandes escalas de construcción y desconstrucción. Su pensamiento nos dirige a concientizarnos en que la obra de arte nunca concluye, lo efímero es eterno y que los altos calibres del ser humano, animal, bestia y divino son el Apocalipsis que con sus trípticas dimensiones se apodera de otras virtualidades palimpsésticas, con las cuales se oculta y se revela el aforismo absoluto de la relatividad impensable.
Dr. Carlos Manuel Rivera “Carboinael Rixema”
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