Soplo Mágicos Disparates

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Perfume para Entes o Veneno pa' la Gente

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I Am Pedro Pietri's Character

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Monday, May 11, 2009

El ritual y el teatro

El ritual y el teatro

de Carlos Manuel Rivera

Carboinael Rixema.

Dedicado al Teatrista Puertorriqueño, 

Ediberto Saldaña.

Es bien sabido que el ritual, la ceremonia y la epifanía surgen de esa búsqueda del ser, de su identidad y de su estado en la existencia, o de esa iniciativa que tienen los seres humanos para desocultar los misterios de la vida. De ahí que la teatralidad  o la representación de la vida humana  sea una combinación de esos vestigios que remiten dentro de su entorno vital al descubrimiento, a la  repetición de actos y a la concretización de un encuentro, reconocimiento, trance, purgación y transubstanciación que le revelen su carácter humano/divino. De esta manera, el teatro como representación de estas acciones del ser y la existencia se corresponde con los mitos de orígenes, con los sincretismos religiosos y culturales, y con la hegemonización que hacen de estos actos ritualísticos una oficialidad histórica, política, social y económica en el mundo occidental.

Dentro de esos orígenes no podemos olvidarnos de las primeras manifestaciones que se efectuaron en la antigua Grecia, donde el carácter transcultural, derivado de sus antecedentes egipcios, nos lleve a los rituales ditirámbicos, en el cual el estado de sacrificio, entrega y redención surgen de las acciones de improvisación, canto y danza para apelar a la búsqueda de lo divino que está en las mismas raíces que componen a la raza humana. Por consiguiente, la poesía al aire libre, y más tarde la tragedia, devenga en un canto, en un trance danzatorio ante el sacrificio de las divinidades que comparten con los seres humanos su cosmogonía universal, su relación con ellos y la regidura de su destino.

         La tragedia o el canto al macho cabrío formó parte del Festival Las Dionisiacas en honor a Dionisio, dios de las pasiones humanas, quien espectaculariza  para la población los defectos de su exceso.  Así la pasión, una de sus debilidades,  lo conduce a la violencia por los actos irracionales que finalizan en su condena y su final fatal y catastrófico. Sin embargo, hay que ver que esta representación teatral tiene sus procesos:  ethos, acción del sujeto y búsqueda de develar el misterio de la vida; dianoia o la justificación de sus acciones investigativas;  peripecia, donde algo cambia de su destino, debido a su hamartia o al error ante el emprendimiento de una acción equivocada; la anagnórisis o el reconocimiento de esta falla que lo guía a la limpieza o al intento de purificar lo que ha dañado. Es decir, su catarsis y como consecuencia su destrucción y tragedia. Todo esto para que como espectadores tengamos compasión y nos aterroricemos  de estos actos que no volveremos a repetir en nuestras vidas. Por lo tanto, dentro de esa finalidad ética del ser humano en su existencia que se solidifica en el ritual,  el teatro sirve como agente catalítico para la construcción de esas formas que revelen los misterios  de la vida.

         De esta parte que el teatro litúrgico medieval conecte dentro de las evoluciones del teatro antiguo--el misterio, el milagro, el auto sacramental, las moralidades y la farsa--con el teatro  en el que se representa a las acciones de sacrificio, redención y revelación de la Divinidad al ser humano. La Pasión y Muerte de Jesús, entonces sería una continuidad, independiente de su religiosidad, culturalidad y política occidental, de esa búsqueda de aceptar el misterio de la Divinidad, su Hijo y su relación con nosotros y el mundo. Un mundo de errores por las mismas irracionalidades del sujeto en su existencia, de las cuales busca salvarse, y así esta representación se vinculará directamente con las formas ritualísticas del teatro antiguo.

         Todo esto continuará en la geneología teatral desde la antigüedad hasta nuestros días, en la cual la secularización de sus representaciones evidenciará ante el mundo occidental: el teatro patafisica de Jarry, los teatros de vanguardia (el dadá, el futurismo y el surrealismo), el teatro de la crueldad de Artaud, el teatro pánico de Arrabal, el teatro de Jean Genet, el teatro pobre de Grotowski, el teatro antropológico de Eugenio Barba hasta las manifestaciones performáticas de acciones representativas interdisciplinarias, por mencionar algunas.

         En fin, el teatro es un acto sagrado llevado a cabo por  las ritualidades, aunque sus realizadores inmersos en una racionalidad instrumental olviden sus orígenes, fuentes y objetivos que precisamente están en esa búsqueda de la redención a través de una manifestación divina que devele el misterio del ser humano en su existencia.

 

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