“Radiografía de un quehacer femenino dominicano: la poesía
de Milagros Cedeño”
Carlos Manuel Rivera, Ph. D.
Catedrático Bronx Community College, City University
of New York
Integrar a los archivos de la cultura
una radiografía de un quehacer femenino antillano, que de papeles, pulsa y
retiene cuantos de dinamismo, es un viaje a la iluminación, al descenso de un
aquí, un ahora y un más allá en los inicio de nuestro milenio. Es un estoy y
permanezco, pero mientras más me detengo en ese “no sé qué”, no debo registrar
ni paralizarme en aquellas voces alfabéticas que exigen esos diccionarios
literarios elitistas, llenos de exclusiones, vacíos y silencios.
Así, los poemas de Milagros Cedeño exhuman un andamiaje por ese macro y micro
que en correspondencia cósmica también exhudan ese élam de la existencia, del
drama y de la lírica. Es como penetrar por los huesos de una escritura
que en bagaje escatológico, exige de osarios, aquellas osamentas que como
parto, reclaman un espacio macandálico femenino.
Es como concebir aquellos trazos genealógicos que viajan desde las mujeres de
Martininó, como apuntaba Fray Ramón Pané desde su escritura etnográfica hasta
arribar por la poesía sorjuanística como punto de partida. Es como percibir el
legado continental e insular de: Delmira Agostini, Juana de Ibarbourou,
Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, Julia de Burgos, pasando por sus
compatriotas Carmen Natalia Martínez , Aida Cartagena Portalatín y Chiqui
Vicioso y sin olvidar al tronco inamovible de nuestra madre dominicana, Salomé
Ureña.
Es como una activación conglomerada de esa sinergia que Gea concede a la
Confederación Antillana y Latinoamericana en conversión panlantina, desbordando
imaginarios que la cultura reinventa antes que el culto mariano se entronizara
como espejo de perfecta casada. Es decir, es la antesala ante una
variada representación de proyecciones transgresivas, de la cual entendemos que
la escritura femenina no intenta empoderar, sino responder ante un horizonte de
enérgica contingencia que la categorización binaria patriarcal busca
hegemonizar y ocultar como antinomia.
Demás está decir que en el Caribe el hispanismo tomó su radio a través de
transculturaciones, mestizajes, mulatajes, hibridaciones y sincretismos; sin
embargo, el avasallante arielismo ha coqueteado sin rendirse ante una Ciudad
letrada, como una constante ceguera ante aquella metamorfosis
alquímica que el indio Guahayona imprimió por inspiración y acción femeninas en
Las Antillas, según lo que le contaron al fraile jerónimo. De esta forma,
dentro de esa Violante universal a Lope de Vega en su clásico soneto, se retan
aquellas fronteras que como mímica anacaoniana y no calco europeizante pare de
entrañas, símbolos, imaginarios y experiencias ante la heterogeneidad de
sujetos femeninos que viven en América.
De esta parte, que estos poemas exijan una difusión de sus dispositivos para
revelarnos aquella encomienda que pide la ruptura del silencio a aquellas voces
que desde el margen y la violencia epistémica por sus inclinaciones disidentes
al androcentrismo occidental han sido detenidas. Así esta poesía como una Medea
que por derecho propio no asesinó a sus criaturas, sino se enfrentó al sistema
para exigir desde su hado mutable los derechos de libertad que no se sujetan a
las leyes del patriarcado y a la división binaria y jerarquizante de los
géneros.
Es una invitación como lectores/escuchas a una poesía como simiente cultural
hispana que establece que ser mujer no representa la sumisión ni la esclavitud
al discurso falologocéntrico, sino como guerrera y como fecundadora en la
tierra por Decreto Divino, demanda que se recreen de una creatividad
multitemática, como pacto con El Creador, que se manifiesta en tópicos que van
desde la muerte, la maternidad, la orfandad, el desengaño, el adulterio, hasta
la violencia doméstica. Por lo tanto, como ejemplificaciones denunciantes ante
el discrimen y la barbarie políticas de nuestra condición social planetaria,
los poemas de Milagros Cedeño son un llamado a la redención, a la conciencia de
vivir y aspirar a una mejor calidad frente a las rocas que se nos impone,
siendo este mundo, uno de bienestar para todos, aún con nuestras diferencias.